Osho: la alquimia de la respiración

¿Cuál es y cómo se forja la relación entre un maestro-discípulo?, ¿qué relación existe entre la respiración y la relación con el maestro?, ¿has anhelado alguna vez tener un Maestro que te acompañe en tu camino?, ¿quieres superar el miedo y darte permiso? ¿Has juzgado quizás la idea de aquellos que crecen bajo la disciplina de un Maestro?. No sé cual es tu caso; quizás ninguno, quizás ambos. Yo hace años que andaba “conjurando” la llegada del mío, y me siento muy agradecida de estar bajo el acompañamiento y dirección de mi Maestro Swami Kurma Rajadasa. Alquimista, capaz de “convertir la enfermedad en medicina”. Hoy comparto este resumen que aborda la hermosa relación de amor entre maestro y discípulo. Muy agradecida por tu constante presencia y respirando por la nariz hasta que ya no sea necesario. Saiva Maytechu.

Sinopsis: en este capítulo se nos dan claves sobre cómo debe ser tu respiración como meditador, la importancia de entregarte a un camino, entender cómo la relación con tu Maestro, en la forma que sea, puede ayudarte a acompasar tu ritmo de respiración, a través de la sinergia que se crea con su energía, con su ser, hasta que dejas de respirar cómo lo hacías, y se da tu renacer.

El Tao se puede compartir, pero no se puede dividir. El Tao se puede mostrar, pero no se puede decir. El maestro vive en el Tao. El discípulo tiene que embeber su espíritu. No es una enseñanza, tiene que ser más profundo que una enseñanza. Tiene que ser una transferencia de energía. Tiene que ser de corazón a corazón, de alma a alma, de cuerpo a cuerpo. No puede ser verbal. Y el discípulo tiene que ver, mirar, observar, sentir, amar la energía que se está manifestando en el maestro. Poco a poco, lentamente, sentándose simplemente al lado del maestro, el discípulo aprende muchos secretos, aunque nunca se le enseñen. Y uno de los mayores secretos es que al sentarse junto al maestro, el discípulo empieza a respirar de la misma manera que respira el maestro. Se origina una sincronía, y en esa sincronía los dos se unen. Les sucede también a los amantes.

El discípulo no tiene que aprender lo que enseña el maestro, sino cómo es el maestro, porque él sólo es un espejo. La verdadera enseñanza no es la enseñanza en absoluto, es una transferencia que va más allá de las palabras, y más allá de las escrituras. Y la transferencia sucede mediante la armonía de la respiración. Tendrás que soltar el bagaje innecesario que llevas contigo. Tiene que ser un esfuerzo total. Tiene que ser una consciencia de las veinticuatro horas al día, consciencia para cambiar tus pequeños hábitos, de los que no eres consciente en absoluto. Tendrás que cambiar toda tu vida. Tendrás que aprender cómo respirar en satsang, cómo respirar cuando estás en compañía de un maestro, cómo respirar cuando estás enamorado. Los Vedas dicen: Tattvamasi, soy eso. Ésta es la mayor declaración de amor: yo soy eso o tú eres eso. Respirar juntos es el vislumbre de la energía meditativa. Y ésta, tiene que ser, a un nivel más profundo, la relación con el maestro. Sólo entonces puede el Tao saltar como una llama del maestro al discípulo. Tendrás que aprender el arte de la respiración.

Recordemos: primero, observa tu respiración, la de tu maestro. Buda dice: Cuanto más observador te vuelves, menos respiras: la respiración se vuelve más larga y profunda. Segundo: el texto nos dice que nos volvamos decididos ¿en qué?. Entrégate a la práctica, a tu maestro, a tu camino. El Maestro Lu-Tsu dijo: “La decisión debe ser puesta en práctica con el corazón calmado y sin buscar el éxito; entonces el éxito llegará por sí mismo”. Los que viven en la indecisión aún no son realmente hombres. Recuerda tomar decisiones; las decisiones te harán individual. Sólo naces con el riesgo, siendo valiente. Tomar una decisión y no seguirla te volverá muy impotente. Si no te entregas totalmente, no crecerás. Y más allá de tomar la decisión, recuerda no aferrarte al resultado: da sin esperar nada a cambio.El éxito solo les sucede a los corazones que no están divididos, que no están preocupados por la consecuencia, por el resultado; a los corazones que están disfrutando tremendamente del viaje mismo, y no están pendientes de la meta. El éxito solo puede llegar si el trabajo se hace totalmente en el presente.

Lo que elijas con totalidad es lo correcto para ti. Es más una cuestión de actitud, de entrega total, que de la perfección del maestro. Si tu deseo es total, tu decisión total te transforma. La mente te anima a mantener abiertas dos alternativas. Pero así no es como funciona la vida. Decídete, entrégate y disfruta del momento. Deberías estar en el momento y olvidarte de todo. Y entonces, un día, de repente, ha llegado el éxito. Un día la flor dorada se ha abierto y eres transportado a una realidad reparada. En el libro se nos habla de dos obstáculos a la entrega total: la indolencia, error de la mente femenina, y la distracción, error de la mente masculina. La mente femenina puede crear indolencia, holgazanería, porque es pasiva porque quiere esperar, dejar que las cosas sucedan. Y la mente masculina puede crear distracción porque es demasiado activa, quiere hacer esto y lo otro, apresurarse a todas partes, en todas direcciones. No te vuelvas demasiado activo, ni demasiado perezoso; permanece en el medio. Tu acción debería tener la cualidad de la espera, y tu espera debería tener la cualidad de la acción. Y entonces el éxito es absolutamente seguro, no necesitas pensar en ello, llega por sí mismo.

¿Cómo tiene que ser el ritmo de la respiración? Cada una de las respiraciones no es solo una respiración, es también un pensamiento, también una emoción, una sensación, una fantasía. El Tao y el Tantra nos animan a vivirlo todo, la ira, la tristeza, el sexo, los celos…, a no negar nada, a transformar la materia prima, en néctar, porque en todo hay un aprendizaje si estás atento. El mejor camino es convertir la enfermedad en medicina. El sexo no es solo humano, es también animal, pero no renuncies a él, utilízalo, transformalo. El sexo tiene que ser transformado en amor, y el amor en oración. En el sexo la respiración es caótica; en el amor, la respiración es musical. En la oración casi se detiene. Cuando espires deja que la luz salga por tus ojos. Cuando inspires, deja que vuelva a entrar la luz. Establece una conexión entre tu respiración y tu circulación de la luz. No hace falta practicar ningún ritmo en particular, como hacen en yoga o en pranayama, porque cada persona tiene que encontrar su propia manera. Pero poco a poco hay que tener algo en mente: que tiene que volverse calmada, serena y musical.

¿Cómo volvemos la respiración musical? Cultiva la escucha. El entendimiento llega por el oído y la claridad llega por el ojo. Por eso a una mujer le resulta más fácil ser discípula; porque a una mujer le resulta más fácil entregarse, le resulta más fácil entender que a un hombre. El hombre demanda claridad lógica, convicción lógica. La mujer pide convicción rítmica. La mujer escucha intuitivamente, siente la vibración de la persona que lo está diciendo. Originalmente todas las enseñanzas eran sólo asequibles en boca del maestro. Se transmitían oralmente, de modo que el receptor era el oído.

De modo que pon el énfasis en la escucha: escucha tu respiración. Si aún puedes oírla, eso quiere decir que aún es agitada; cuando solo puedes sentirla y no puedes oírla, entonces es calmada y sosegada. Y cuanto más calmada es, más profundo eres tú. Si se detiene la respiración en medio de la meditación, no te asustes, permítelo, disfrútalo: en esa misma parada de la respiración conocerás la verdadera forma de la realidad, conocerás la vida entera, conocerás algo que no conoce ninguna muerte. La postura de loto, padmasana, es un artificio externo para ayudar a que tu respiración se calme. Cuando la escucha es profunda, cuando te has vuelto hábil y sabes ser consciente, todos los tonos, todos los sonidos desaparecen. Y hay momentos en los que la respiración se detiene. Y esos son los grandes momentos de éxtasis, entendimiento, satori, samadhi. No te estás muriendo, estás dando luz a tu verdadero corazón. Y este es el secreto de la flor dorada: si el corazón puede morir, la flor florecerá; muere como eres para poder renacer. Jesús dice “A no ser que un hombre vuelva a nacer, no entrará en mi reino de Dios”.

Osho acaba su charla con un “suficiente por hoy”. Para cerrar, “me tatuo” una idea expuesta en el capítulo de hoy: si de verdad te decides por la meditación, por tu maestro, por tu camino, entrégate y como dice Osho “Quema tus llaves”, porque ya no las vas a necesitar en el reino de los Cielos, y aprende a cavar profundamente y a esperar en el presente y disfrutar de él. Te recomiendo sigas leyendo por aquí: el delicado y sagrado camino del Guru Yoga.