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Todos somos codependientes y bipolares en mayor o menor medida. Cuanto más codependientes somos, más creemos que son los otros los que están comportándose incorrectamente, -patología del juez-; emerge la necesidad de salvarlos de su error, -patología del salvador-, o bien de perseguirlos y ajusticiarlos, -patología del verdugo. O sentimos que somos los culpables de todo o que el mundo está contra nosotros, -patología de la víctima.
La muerte y el triángulo de la codependencia
Buscamos el fruto de nuestros deseos actuando como salvadores, víctimas, jueces, perseguidores, verdugos o tiranos, quizá esta última sea la forma más grave de todas. Buscamos fuera de nosotros el fruto de nuestros deseos. Manipulamos para no sentirnos solos, abandonados o rechazados. La muerte, la soledad, el abandono y el rechazo son los miedos-raíz que condicionan nuestra bipolaridad/codependencia.
Sin estos miedos básicos seríamos libres, amaríamos libremente, con honestidad y sin hipocresía. Pero nadie está libre de pecado, todos tenemos defectos y buscamos los defectos de los demás para extender nuestra tela de araña. Tapamos nuestra vulnerabilidad con todas nuestras fuerzas para no sentir dolor. Aunque cuanto más empeño aplicamos en esconder esa fragilidad, más oxidada y rígida se vuelve nuestra armadura.
Ése es el origen de la codependencia: un gran deseo por poseer que se transformó súbita y traumáticamente en frustración, rechazo, abandono, miedo. Pero no existe el trauma más que en el reino de la soberana ignorancia de nuestro ego. "Las cosas no son nunca como crees que son, sino como te las tomas", dice el Siva Purana, texto Sivaíta escrito hace más de 5000 años. Nadie muere, nadie nace, nadie rechaza ni es rechazado, nadie abandona ni es abandonado, todo es una gran mentira que se ha programado en nuestra mente. Nuestro ego lo ha creído por conveniencia para no sentir el dolor ni la esclavitud.
Lo que el Tantra nos enseña sobre la muerte
En occidente, gracias a la farsa del judeoislamocristianismo se rinde un culto morboso a la muerte. En oriente, entre las comunidades tántricas, taoístas, animistas, budistas y zen, cuando un cuerpo muere, todos sienten alegría porque el alma sigue evolucionando. Se puede llorar de alegría al saber que el Ser que se marcha se libera de su dolor y tiene la oportunidad de seguir creciendo. El ego llora porque cree haber "perdido" a un familiar, amigo o ser querido, pero se equivoca, no se pierde nada. Como bien dice el maestro libanés Kahil Gibrán: “tus hijos no son tus hijos, son hijos de la vida”. Nadie vive ni muere, esa es tan sólo una ilusión que el ego quiere creer.
Cultiva diariamente el desapego en todas y cada una de tus acciones, da lo mejor que llevas dentro de ti sin esperar nada a cambio. Ama con libertad a toda existencia. Si posees o pretendes poseer, entonces ya no estás amando. Deja de escuchar al ego y sus necesidades imperiosas de ser importante y salvador. Cuando amas no salvas a nadie, te salvas de ti mismo. El reconocimiento no está en el exterior, sino en tu interior. No te autoengañes por pereza o comodidad. Escucha el silencio de tu mente y podrás sentir cómo, con el tiempo, la compasión emerge con fuerza, sanándolo todo. La solución y sanación más grande de todas es siempre la que más miedo te da.
Haz el amor con pasión. Ama a tu pareja en cuerpo y alma y entrégate con totalidad, hasta que tus resistencias y controles desaparezcan. Permite que la lujuria te posea. No juzges nada. Date permiso para perder el control. Hazte consciente de toda tu vulnerabilidad, sométete a ella hasta que sientas que todo es una gran mentira creada por la sublime ignorancia de tu ego.
En tu renuncia se unen la vida y la muerte
Si te rindes por completo cuando estás haciendo el amor sentirás, justo en el momento de ese gran orgasmo, que la vida y la muerte se unen. Entrégate sin miedo, no hay nada que temer. Víve esa sensación hasta sus últimas consecuencias. Hasta que el tiempo y el espacio desaparezcan, hasta que Sakti y Siva vuelvan a separarse para devolverte a este plano material. Aunque no regresarás igual, sino Transformado.
Sólo cuando renuncias a tu deseo de posesión, podrás amar con respeto y libertad, permitirás que tu amor sea libre de irse o de quedarse, y si decide partir, déjalo marchar con alegría y agradecimiento por los momentos compartidos. Permite que vuele, que disfrute de la vida y camine hacia su muerte. Esa es la Gran Transformación. Renunciando conoces el Amor. ¿Quiénes somos nosotros para dar o quitar libertad a otros Seres?
Cuando trabajas profundamente con tu vulnerabilidad, todo atisbo de posesividad y de celos desaparecen. Entonces podrás disfrutar de tu soledad o de tu vida en pareja, sin miedo alguno. Y sentir el placer en toda su grandeza, tan sólo por el mero hecho de existir. Siente que tu pareja es tu Dios, tu Diosa que te guía por el camino del Amor hacia el reencuentro contigo mismo. Ya no pondrás nombres a lo Innombrable. Podrás mantener tu mano completamente abierta permitiendo que el pájaro vuele cuando quiera: sabrás qué es el Amor.

Tantra para Devis
El Tantra se transmite practicando lo estudiado. Experimentamos desde nuestra vida no tanto para mejorar, sino para reconocer la belleza que llevamos dentro: el Ser auténtico. La sociedad crea e infla el EGO y éste es la gran mentira que nos roba la belleza, pero que, a la vez, nos ayuda a movernos en ella.
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