Ñuqa Kany significa "Yo soy", su nombre de iniciado, su dikśa en lengua quéchua. Carlos Lavado nació, esta vez en Perú, a tres mil doscientos metros sobre el nivel del mar, pasadas las cuatro de la madrugada de un miércoles ceniciento y húmedo. Aquel día el Sol se encontraba en Virgo, Venus en Cáncer y el orgulloso Leo ascendía en longitud 02º 05. Aquel fue un año siete, del mes que los irlandeses llaman Lúnasa y de un día cuyos dígitos suman nueve.
Su nacimiento estuvo alejado de toda normalidad. Su madre-con quien le unirían lazos invisibles de amor en equilibrio le hizo el primer regalo, la vida-le alumbró con toda la fuerza de su amor, sola, y sin la ayuda de absolutamente nadie. Se dice con mucha frecuencia que la vida es mucho ruido en medio de dos insondables silencios: el del nacimiento y el de la muerte.
En el caso de Carlos el silencio fue rasgado por los quejidos de su madre para asegurarse de traer al mundo a su hijo, romper la bolsa en la que nació envuelto, asegurarse que respirara y después desmayarse envuelta en un charco de sudor y lágrimas. Fue un momento de intimidad madre/hijo que quedaría sellado para siempre en el corazón de ambos. A Carlos le gusta decir que sus padres le dieron los dos regalos más importantes que se puede hacer a cualquier persona: la vida, y muchos años después, cuando llegó el momento, la libertad completa para vivirla....
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